Los frutos del Año Nuevo
Comieron de los frutos de la tierra de Canaán aquel año
(Josué 5:12)
La Biblia en un año:
• Génesis 1–3
• Mateo 1
La peregrinación de Israel había ya concluido y el prometido reposo
había llegado. No más traslado de carpas, no más serpientes
ponzoñosas, no más fieros amalecitas ni yermos desiertos. Llegaron
a la tierra que fluía leche y miel y comieron el añejo grano de la
tierra. Quizás este año, lector, éste sea tu caso o el mío. Gozosa es
esta esperanza; y si la fe se muestra activa nos dará inmaculado
placer. Estar con Cristo en el reposo que queda para el pueblo de
Dios es, en verdad, una esperanza gozosa, y esperar esta gloria tan
pronto es doble gloria. La incredulidad se estremece ante el Jordán
que aún corre entre nosotros y la hermosa tierra, pero estemos
seguros de haber experimentado ya mayores males que los que la
muerte, en el peor de los casos, nos puede causar. Desechemos todo
temor y regocijémonos con gran gozo en la esperanza de que este
año empezaremos a estar con el Señor. Una parte del ejército
permanecerá este año en la tierra para servir al Señor. Si ésta fuere
nuestra suerte, no hay razón por la que este texto no sea verdadero
aun en este caso. Entramos en el reposo los que hemos creído. El
Espíritu Santo es la garantía de nuestra herencia; la gloria que él nos
da comienza aquí. Los que residen en el cielo están seguros, y los
que estamos en la tierra somos preservados en Cristo. Allí ellos
triunfan de sus enemigos, aquí nosotros también obtenemos victorias.
Los espíritus celestiales tienen comunión con el Señor, nosotros
también la tenemos. Ellos cantan sus alabanzas, nosotros
también gozamos de este privilegio. Recogeremos este año frutos
celestiales en la tierra, donde la fe y la esperanza han hecho el
desierto semejante al jardín del Señor. El hombre comió
antiguamente el alimento de los ángeles, ¿y por qué no ahora? ¡Que
la gracia nos enseñe a alimentarnos de Jesús, y podamos este año
comer fruto de la tierra de Canaán!