Posts by gamgui

Pan diario viernes 2-06-23

junio 2nd, 2023 Posted by Pan Diario 0 thoughts on “Pan diario viernes 2-06-23”

¿CÓMO ME CONSOLÁIS EN VANO?

Job   21:1-34                                                                     V.C. 21:34

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Pan diario jueves 1-06-23

junio 1st, 2023 Posted by Pan Diario 0 thoughts on “Pan diario jueves 1-06-23”

DESTRUCCIÓN DEL IMPÍO

 

Job   20:1-29                                                             V.C. 20:29

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Treinta y tres reyes -Mensaje dominical 21/5/2023

mayo 31st, 2023 Posted by Mensaje Dominical 0 thoughts on “Treinta y tres reyes -Mensaje dominical 21/5/2023”

Treinta y tres Reyes

Josué 12:1-24

V.C. 12:1a

 

“Estos son los reyes de la tierra que los hijos de Israel derrotaron y cuya tierra poseyeron…”

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La Fe -Mensaje dominical 19/02/2023

febrero 22nd, 2023 Posted by Mensaje Dominical 0 thoughts on “La Fe -Mensaje dominical 19/02/2023”

La Fe

Hebreos 11:1-3

V.C. 11:1

 

“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”

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Esperanza Viva-Mensaje dominical 12/02/2023

febrero 22nd, 2023 Posted by Mensaje Dominical 0 thoughts on “Esperanza Viva-Mensaje dominical 12/02/2023”

Esperanza Viva

1 Pedro 1:3-9

V.C. 1:3

 

“Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos”

 

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El premio de la Esperanza-Mensaje dominical Conferencia 2023

febrero 8th, 2023 Posted by Mensaje Dominical, Otros Mensajes 0 thoughts on “El premio de la Esperanza-Mensaje dominical Conferencia 2023”

El premio de la Esperanza

Filipenses 3: 7 al 14

V.C. 13 y 14

 

Introducción

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El Espíritu que vivifica-Noche 2 Conferencia 2023

febrero 8th, 2023 Posted by Otros Mensajes 0 thoughts on “El Espíritu que vivifica-Noche 2 Conferencia 2023”

El Espíritu que vivifica

Ezequiel 37:1-14

V.C. 14

“Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”.

La visión del valle de los huesos secos, refleja el estado miserable del hombre sin Dios. El pueblo de Israel estaba experimentando el cautiverio, desolado, sin esperanza. Por eso, el Señor llevó a Ezequiel le dio esa visión, para revelarle su plan de restauración. Pondría su Espíritu en ellos, los volvería a la vida y restablecería su identidad como pueblo de Dios, siendo un reino de sacerdotes y nación santa. Este Dios es el que nos levantó de la muerte a una vida llena de esperanza. El Espíritu de Dios restablezca nuestra vida en su presencia, y nos haga vivir con la esperanza en su reino, como un reino de sacerdotes, una nación santa. Esta noche, podamos experimentar su presencia, y abramos nuestro corazón para ver su gloria.

I. El valle de los huesos secos

Los versículos 1-2 dicen: “La mano de Jehová vino sobre mí, y me llevó en el Espíritu de Jehová, y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos. Y me hizo pasar cerca de ellos por todo en derredor; y he aquí que eran muchísimos sobre la faz del campo, y por cierto secos en gran manera”. El Espíritu de Dios transportó a Ezequiel a contemplar un valle de huesos. Dice la palabra “me llevó”… “me puso”… “me hizo pasar”.

Dios lo puso en medio de un valle lleno de huesos secos, y le hizo pasar todo en derredor. ¿Para qué habrá querido Dios que el profeta viera esos huesos secos? Dios quería que Ezequiel tuviera una vista espiritual sobre el estado de su pueblo, del cual él formaba parte. Sólo por la intervención del Señor podemos ver nuestro estado, él nos conduce al auto-descubrimiento, y el reconocimiento de nuestra necesidad espiritual.

El versículo 11 nos ayuda a comprender el motivo por el cual Dios le estaba mostrando este valle de huesos secos. Dios le dijo a Ezequiel: “…Hijo de hombre, todos estos huesos son la casa de Israel. He aquí, ellos dicen: Nuestros

huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos”. En el año 597 a.C. cuando Nabucodonosor, rey de Babilonia, invadió Jerusalén, llevó cautivos a muchos judíos a Babilonia, entre los cuales estaba Ezequiel, hijo de un sacerdote. La nación judía fue destruida totalmente en el año 586 a.C. por otra invasión babilónica porque Sedequías, rey de Judá, se rebeló contra Babilonia.

El pueblo de Israel estaba desolado. Esta situación había sido profetizada por Jeremías 27:22 “A Babilonia serán transportados, y allí estarán hasta el día en que yo los visite, dice Jehová; y después los traeré y los restauraré a este lugar”.

Los corazones de los israelitas estaban en desolación, sin esperanza. El pensamiento fatalista los había invadido: “Somos del todo destruidos”, decían. Podemos imaginar su estado, llenos de incertidumbre, y depresión. Lejos de su tierra, sin unidad, sin identidad como pueblo de Dios.

La visión de Ezequiel se parece mucho a la realidad que observamos a nuestro alrededor. El mundo sin Dios está cautivo por el pecado, no tiene otro propósito, más que pasar esta vida lo mejor posible. Sólo se piensa en divertirse, bailar, tomar, viajar, entretenerse, y a eso le llaman “vivir la vida”. Pero están muertos, secos como esos huesos. En lo más profundo de sus corazones están llenos de vacío, de soledad, e insatisfacción.

En la actualidad, la situación empeora cada día. Satanás está dominando este mundo, engañando con placeres pasajeros: el alcohol, las drogas, el sexo promiscuo. Cuando llegan adversidades que estas cosas no pueden resolver se hunden en la miseria. Al lado de estas personas hay otras, que parece que llevaran una vida sana, e incluso luchando para adaptarse a las situaciones difíciles, enfocándose en su capacidad para hacerlo. Se habla de “resiliencia”, como la capacidad de adaptarse y superar la adversidad, trauma, tragedia. Así, creen que son capaces de superarse y se convierten en seres autosuficientes y orgullosos.

Así es como el hombre sin Dios pretende sobrellevar su vida. Pero no pueden evitar empeorar su situación: cada día hay más suicidios por causa de depresión, familias destruidas por el odio y el engaño, la violencia domina las relaciones entre las personas, mujeres matadas por sus maridos, niños abusados, maltratados, matados a golpes por sus padres, violaciones, homicidios, esas son las noticias de todos los días. El cautiverio en el pecado parece que nunca va a acabar. Realmente es un mundo de muertos espirituales.

Como vimos, ese valle reflejaba el estado de Israel. Dios por amor quería levantarlos de su vida miserable, por eso llevó a Ezequiel. Por medio de su profecía ellos podían ser restaurados. Podemos contemplar el amor de Dios y su fidelidad hacia quienes elige. No importa la situación en la que nos encontremos, el Señor quiere levantarnos de la muerte espiritual, de la depresión, de la desolación, de nuestra sequedad por causa del estancamiento. Porque él nos ama, y quiere levantarnos.

II. La obra restauradora de Dios

Después de hacerlo recorrer el valle de los huesos secos, el Señor le dijo a Ezequiel: “… Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos?”. Ezequiel le contestó: “Señor Jehová, tú lo sabes”. En realidad no había posibilidad de que esos huesos vivieran. Su descripción como “secos” nos lleva a esa conclusión. En Jurassic Park y Jurassic World, existe la fantasía de crear seres vivos tomando ADN de los huesos fósiles, pero aun en la actualidad podemos afirmar que esto no es posible.

Pero el Señor le dijo: “Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis” (v. 4,5). Ezequiel debía hablarle a esos huesos secos, diciéndoles que oyeran la palabra de Jehová. Parece absurdo lo que Dios le ordena a Ezequiel. Porque esos huesos eran materia inerte, sin ninguna posibilidad de escuchar, en el sentido que nosotros entendemos. Es como ordenarle a una montaña que se traslade. Pero, Dios le dio un mensaje de vida: “He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis”.

En la primera lectura vimos la importancia de nacer de nuevo para ver el reino de Dios. Para esto fue necesario que Jesús pagara el precio y nos redimiera por medio de su muerte. Por medio de su palabra y el Espíritu Santo se produce la regeneración de los caídos, y nace la esperanza de volver a estar en comunión con el Creador. Ese valle de huesos secos se convierte en el Edén restablecido para los que por fe en Jesucristo son renacidos.

El v. 6 dice: “Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová”. La obra del Espíritu Santo se manifestó ante Ezequiel. Según los vs. 7-8a, él profetizó como le fue mandando y hubo un temblor, “los huesos se juntaron cada hueso con su hueso” y había “tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos”. La profecía de Ezequiel

trajo una transformación en esos huesos secos. De pronto, esos huesos se convirtieron en cuerpos identificables.

Dios devolvería la identidad a su pueblo. Como dijimos esos huesos secos eran el pueblo de Israel. En los vs. 12-13, el Señor le dijo a Ezequiel que profetice al pueblo de Israel, y les anuncie que él abriría sus sepulcros y los sacaría de sus sepulturas. Esto significa que él los sacaría de Babilonia, los haría volver a habitar su tierra. En esos versículos Dios los llama “pueblo mío”. “Yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío” (v. 12), “cuando… os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío” (v. 13).

Dios restauró a Israel. Con ese poder puede librarnos de la muerte y el yugo de Satanás, por la obra del Espíritu Santo. En realidad, era imposible que esos huesos cobraran vida. Pero para Dios no hay nada que lo sea, ni siquiera hay algo difícil para él. Jeremías 32:27 dice: “He aquí que yo soy Jehová, Dios de toda carne; ¿habrá algo que sea difícil para mí?”.

Como en la visión de Ezequiel, él levanta a los muertos espirituales del sepulcro para darles vida. Como dice Efesios 2:5, “estando nosotros muertos en nuestros pecados, nos dio vida juntamente con Cristo…”. Por su infinita misericordia y maravillosa gracia, él nos rescató del pecado que nos tenía cautivos. Por medio de la redención en Jesucristo, mediante su muerte y resurrección, tenemos verdadera vida. En Juan 10:10b él nos dice: “… yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Jesús nos provee una vida plena, gozosa, porque podemos ver el reino de Dios. Por esta visión podemos llevar una vida de obediencia como Abraham y podemos aceptar el llamado de Jesús de anunciar ese reino celestial.

III. Una vida llena de esperanza

El versículo 8 dice: “Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu”. Dios completa su obra de restauración por medio del Espíritu Santo. Por eso le dijo a Ezequiel: “Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán”. Dios lo mandó ahora a hablarle al Espíritu Santo.

El v. 10, describe que Ezequiel profetizó, como se le había mandado, “y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”. Podemos ver que al clamar por el Espíritu Santo, vino y les dio vida

y los levantó sobre sus pies. El Señor no solo restauró a su pueblo, como a esos huesos secos desparramados, sino que los estableció como ejército suyo.

El v. 14 concluye con el mensaje para Israel: “Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”.

La vida en reposo no consistió en una vida de ocio. Sino que Dios al hacerlos regresar del cautiverio también restableció su templo, y les renovó sacerdocio. 1 Pedro 2:9 “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”.

La esperanza del pueblo de Israel era la promesa de Dios, del mismo modo Él nos promete una vida a su lado en las moradas eternas. Pero la vida de aquel que tiene esta esperanza no consiste en no hacer nada. Sino todo lo contrario, en cumplir con el rol sacerdotal y batallando contra el pecado para llevar una vida santa. Pero esto también es la obra del Espíritu Santo.

Cuando los discípulos fueron establecidos para expandir el evangelio de salvación, Jesús les dijo: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hechos 1:8). Aunque los discípulos eran débiles, pudieron cumplir su misión, conforme a su esperanza, por el poder del Espíritu Santo. Si miramos nuestra realidad, no podríamos nunca aceptar el llamado de Jesucristo como el que recibimos en la palabra de hoy, que nos compartió hna. Liliana. Quién puede estar tan seguro de tomar el arado y no mirar atrás. Podríamos decir, no tengo capacidad alguna para hacer la obra de Dios. Pero es importante saber que sólo por el Espíritu podemos seguir a Jesús llevar una vida santa, como la que él llevó, y cumpliendo la misión que nos dejó de expandir el reino celestial.

Dios nos lleva como a Ezequiel para ver nuestra miseria. Lo hace para que reconozcamos nuestra necesidad de su intervención. Él nos revela que mandará el Espíritu Santo para que muchos de nosotros sean levantados de la muerte espiritual, y siendo renacidos tengan una viva esperanza. Y también promete restablecernos en nuestra santidad, dándonos el poder para llevar a cabo nuestra misión como sacerdotes, acercando a otros a la presencia de Dios.

Clamemos: “Espíritu ven de los cuatro vientos” ¡veamos la gloria de Dios! Jeremías 33:3 nos dice: “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.

La Esperanza del discípulo-Lectura 3 Conferencia 2023

febrero 8th, 2023 Posted by Otros Mensajes 0 thoughts on “La Esperanza del discípulo-Lectura 3 Conferencia 2023”

La Esperanza del discípulo

Lucas 9:57-62

V.C. 9:62

Hay una palabra que es el denominador común y el hilo conductor de esta conferencia, que es la esperanza. Donde está nuestro corazón, el lugar donde ponemos nuestras expectativas o hacia donde se dirigen nuestros sueños, allí estará nuestra esperanza. Estuvimos meditando acerca de la gracia de Dios que nos hizo nacer de nuevo para una esperanza viva, por medio de nuestro Señor Jesucristo. Ayer vimos cómo Abraham vivió como peregrino, por la misma esperanza, llevando por fe una vida de obediencia.

Así como Abraham, nosotros también anhelamos una patria celestial. Allí está nuestra esperanza. Sin embargo, en el proceso de alcanzar esa patria ¿cómo tenemos que vivir? Obedeciendo y con fe al igual que Abraham. Pero además, procurando entregarnos a Dios en consagración sincera, activa y absoluta, no a medias. Entonces, ¿Cuál es la esperanza del discípulo? Es llegar al reino de los cielos, pero no de cualquier forma sino siguiendo a Jesús, aprendiendo de él, tomando un compromiso y luchando por revestirnos de su imagen, como verdaderos discípulos.

Hoy vamos a meditar en el llamado que nos hace Jesús como discípulos, y nuestra actitud frente a ese llamado. En el camino hacia Jerusalén, donde Jesús iba a sufrir una muerte atroz para redimirnos, él se encuentra con unos hombres que querían seguirlo y caminar con él. Él les da tres lecciones diferentes, aunque relacionadas. Jesús aprovechó esta conversación para enseñar y dejar en claro algunas cosas no sólo a estos hombres, sino a sus discípulos y a cualquiera que quiera seguirlo.

El Señor nos llama a seguir sus pasos, estando dispuestos a dejar de lado nuestros apegos terrenales, sabiendo lo que cuesta el discipulado. Que todos podamos escuchar el llamado de Jesucristo y lo sigamos sin dudarlo, sin excusas ni condiciones.

  1. Las zorras tienen guaridas (57-58)

Dicen los vs. 57 y 58 “Yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré adondequiera que vayas.  Y le dijo Jesús: Las zorras tienen guaridas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del Hombre no tiene dónde recostar la cabeza”. Este hombre quería seguir a Jesús, pero él no le respondió simplemente sígueme, sino que le habló de la vida que él llevaba, para que sepa lo que debía estar dispuesto a pasar si lo seguía. Parecía que Jesús estaba desalentándolo, pero en realidad quería llevarlo a pensar dos veces, a reflexionar. No porque no quería que lo siga sino para que su decisión no sea emocional ni interesada.

El contexto donde se da esta situación es cuando el ministerio de Jesús venía en ascenso. Su poder era evidente y todos estaban seguros de que Jesús establecería su reino en esta tierra, incluso sus discípulos. Muchos podrían verse tentados a seguirlo por experimentar algunas de sus señales, pensando en vivir gozando de su gracia, sin sacrificio.

Por eso, Jesús le advierte que no hay ninguna garantía de comodidades en el camino del discipulado. Los animales tienen su refugio: las zorras guaridas, las aves nidos, pero Jesús no tenía un lugar donde recostar su cabeza. No tuvo ni siquiera un lugar cómodo para su nacimiento sino que fue recostado en un pesebre, fue rechazado por su pueblo, y llevó una vida fatigada donde incluso descansaba recostado incómodamente en una barca.

A su vez, otros podrían pensar en llevar una vida bendita, recibiendo los favores de Jesús. Pero el discípulo de Jesús vive como peregrino. 1 Pedro 2:11 nos dice: “Amados, yo os ruego como a extranjeros y peregrinos, que os abstengáis de los deseos carnales que batallan contra el alma”. ¿Por qué debemos vivir así? Filipenses 3:20 nos responde: “Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo”. Así como Jesús pertenecía al reino de los cielos, nuestra ciudadanía también es de allá. Por lo que la vida del discípulo de Jesús no está focalizada en las cosas terrenales. No es un detalle menor el hecho que este hombre – según Mateo 8:19-20 – fuera un escriba. Porque seguramente tenía un estilo de vida muy diferente a Jesús. Con todo lo que en la época podía considerarse destacado, una vida de primer nivel. Una casa con siervos, con los mejores vestidos, las más ricas comidas y abundancia de todo. Él debía estar dispuesto a dejar todo si quería seguir a Jesús. Lucas 14:33 dice: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. También en Mateo 6:24 nos dice: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas”. Creo que todos nosotros hemos tenido un sueño en esta tierra, algo que quisiéramos alcanzar, por más lejano que parezca. Casi todos, de manera directa o indirecta se aferran al dinero, porque con él pueden comprar cosas que le permitan llevar una vida confortable, con casa, autos, viajes, etc.

Sin embargo, el que quiera seguir a Cristo debe estar dispuesto a abandonar este sueño. Eso no significa que un discípulo no pueda tener proyectos o un lugar estable para vivir. Pero un verdadero discípulo no se aferra a estas cosas, como Jesús tampoco se aferraba a ello. 2 Corintios 8:9 dice: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos” Desde Abraham en adelante, muchas veces la senda cristiana se alejará de lo confortable y conocido. Insumirá una medida de riesgo y fe. Pero el que siga a Jesús descubrirá lo que no va a ver quedándose quieto en su rincón seguro.

Es importante desafiar y además, entender que la vida cristiana no es asistir solo al culto, sino llevar una vida como Jesús, dispuestos a sacrificar nuestro tiempo, tal vez soltar un poco los entretenimientos, videojuegos, youtuve, netflix, el gimnasio, el fútbol, o abandonar un momento de descanso. Esto, para mantener una relación más íntima con él en oración, o para servir al Señor, visitando a algún hermano que hace tiempo no aparece, o para hacer estudio bíblico personal con alguien.

Jesús llevaba una vida de servicio ¿Por qué nosotros solo nos limitaremos a recibir su servicio y el de los demás? Él nos llama a una vida de servicio. Servir no es un requisito para ser salvos, pero sirviendo glorificamos con nuestra vida al Señor, que nos salvó para bendecirnos haciéndonos partícipes de su obra redentora. Él nos enseña: “El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo” (Mateo 23:11).

Jesús no llevó una vida cómoda sino una vida de servicio y sacrificio por quienes amaba. Sus discípulos también llevan este tipo de vida y están dispuestos a abandonar las comodidades. Pablo, a pesar de sus títulos y posición social, fue preso, náufrago y muchas otras cosas por causa de Jesús. Muchos misioneros en el mundo fueron torturados, exiliados o asesinados. Y ¿por qué pasaron por todo esto? ¿Por qué nosotros por servir a Dios a veces también pasamos por incomodidades? La preparación de esta conferencia lleva mucho trabajo y servicio de los hermanos. ¿Por qué lo hacemos? Porque tenemos los ojos puestos en Jesús y su promesa del reino celestial. Por eso podemos auto-negarnos y llevar una vida parecida a la de Jesús. No nos conformemos a este mundo ni sigamos los deseos terrenales, sino desafiemos y estemos dispuestos a servirle, poniendo nuestros ojos sólo en él. Pensemos ¿Queremos seguir a Jesús? ¿Con qué propósito queremos hacerlo? Sólo para gozar de su gracia y bendiciones, asegurándonos lo que trae por añadidura, o por la bendición de ser parte de su obra redentora. Jesús nos llama a una vida de sacrificio, pero llena de esperanza celestial.

 

  1. Deja que los muertos entierren a sus muertos (59-60)

Veamos ahora los versículos 59 y 60: “Y dijo a otro: Sígueme. Él le dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre a mi padre. Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú ve, y anuncia el reino de Dios”. No está claro si lo que el hombre pretendía era ir a cuidar a su padre anciano hasta su muerte o si quería ir a su funeral. Lo cierto es que con su respuesta a la orden de seguir a Jesús, sólo estaba intentando posponer su llamado. Pero Jesús le iba a mostrar la urgencia de la tarea para la cual lo estaba llamando, que era anunciar el reino de Dios.

Para los judíos el funeral de sus padres era una ceremonia muy importante. Los hijos expresaban su máximo respeto y su amor entrañable hacia sus padres a través de esta ceremonia. También era muy importante ocuparse de sus padres cuando éstos eran ancianos. Era la forma de honrarlos hasta la muerte, cumpliendo así el mandamiento de Dios.

Pero Jesús le dio una respuesta tajante. “Deja que los muertos entierren a sus muertos”. Con estas palabras le estaba diciendo que los muertos espirituales ponían su prioridad en estas cosas terrenales. Si el padre estuviera muerto, nada podía hacer por él. Si estaba vivo (aunque muerto espiritualmente) debía anunciarle el reino de Dios. Esa debía ser su prioridad. ¿Por qué es primordial el anuncio del reino de Dios?

Muchos muertos espirituales – es decir aquellos que no han renacido para una esperanza viva por la fe en Jesús – están yendo a la condenación eterna y se encuentran bajo la ira justa de Dios. Esos muertos espirituales pueden ser nuestros familiares, amigos, conocidos, personas a las cuales apreciamos o amamos. También personas a las que no conocemos pero que Dios por algún motivo cruza en nuestro camino. Por ellos sí podemos hacer algo. El Señor nos envía a llevarles el mensaje de salvación.

Jesús vino para salvar a los muertos espirituales. Lo único que se necesita para esto es anunciar el reino de Dios y es la misión que Dios nos dio: predicarles el evangelio del reino. Romanos 10:13-15 dice: “porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo. ¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? ¿Y cómo predicarán si no fueren enviados? Como está escrito: ¡Cuán hermosos son los pies de los que anuncian la paz, de los que anuncian buenas nuevas!

No hay tiempo para dedicarse a cosas de muertos. Ellos ya no nos escuchan ni reciben lo que les podemos ofrecerles. Y muchas veces nuestra preocupación por los muertos no es más que una forma de desviarnos de lo que tenemos que hacer por los vivos, que es anunciarles el evangelio. Por más que llore por mi papá fallecido o le lleve flores al cementerio, nada puedo hacer por él. Lo que pude hacer ya lo hice mientras vivía y él ahora espera su destino eterno, que está sólo en las manos de Dios. Por eso no hay tiempo que perder, predicar es una tarea urgente que no admite dilaciones, ya que mucha gente sigue muriendo sin conocer a Jesús ni recibirlo como su Señor y Salvador.

En contraste con la actitud de este hombre, en San Lucas 5:27-28 vemos el llamado de Leví, dice “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió” Apenas lo llama Jesús, Leví lo sigue. No hubo tiempo ni para cuestionamientos. Dejó su buen trabajo, que aunque era mal visto tenía la protección de Roma y le daba buenas ganancias. Él no le dijo a Jesús que espere a ordenar su vida, sino que lo siguió. Esa es la actitud que Jesús espera de nosotros. Que lo sigamos y sin perder el tiempo, prediquemos su palabra.

Jesús no nos quiere decir que no es importante nuestra familia y el cuidado de ellos, o que no podemos tener un tiempo para hacer algo que nos gusta como pasear en bicicleta o ir al cine. Pero tenemos que acomodar las prioridades. Como cristianos, nuestra prioridad debe ser extender el reino de Dios de manera urgente, ya que no sabemos cuándo volverá nuestro Señor ni hasta cuándo estaremos en este mundo o si alguien a quien hay que predicarle muere mañana. No debemos permitir que las cosas menores ocupen el lugar de las mayores, sino enfoquémonos en lo que realmente importa, que es anunciar el evangelio.

III. Poniendo las manos en el arado (61-62)

Los versículos 61 y 62 dicen: “Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero déjame que me despida primero de los que están en mi casa. Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es apto para el reino de Dios”. Este hombre tenía ganas de ser discípulo de Jesús. Pero Jesús conocía su corazón y sus puntos débiles. Tenía su corazón dividido. Si él se acercaba a la familia para despedirse de ella, probablemente cancelaría su plan con facilidad. No podía seguir a Jesús de una manera inmediata ni libre de su apego familiar. Él quería seguir a Jesús a medias. Le dijo te seguiré Señor, pero déjame despedirme. Quería seguir a Dios con condiciones y era eso mismo lo que no le permitiría avanzar hacia la vida celestial. Si no dejamos nuestro apego a las relaciones humanas no podemos ser sus discípulos.

Nuestra obediencia al llamado de Jesús es definitiva, dejando atrás todo apego humano. Debemos aprender la obediencia de Eliseo ante el llamado de Elías, de acuerdo a 1 Reyes19:19-21 “Partiendo él de allí, halló a Eliseo hijo de Safat, que araba con doce yuntas delante de sí, y él tenía la última. Y pasando Elías por delante de él, echó sobre él su manto. Entonces dejando él los bueyes, vino corriendo en pos de Elías, y dijo: Te ruego que me dejes besar a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré. Y él le dijo: Ve, vuelve; ¿qué te he hecho yo? Y se volvió, y tomó un par de bueyes y los mató, y con el arado de los bueyes coció la carne, y la dio al pueblo para que comiesen. Después se levantó y fue tras Elías, y le servía” Aquí hay una cierta similitud con la palabra que estamos viendo, incluso se hace referencia al arado. Aunque Eliseo fue a despedir a sus padres, es importante ver su actitud. Ante el llamado de Elías quemó todo, mató y repartió sus animales porque sabía que no iba a regresar. Dios lo había llamado. Ahora tenía una misión mucho más importante que cuidar bueyes o el campo. Ya no se trata de si quiero estar o no con mi familia, sino de que Dios me llamó para una misión mayor. Jesús bendice a esta clase de hombre que como Eliseo obedece con una decisión firme y deja su apego humano porque entiende que la misión de Dios es la prioridad.

Un hombre indeciso sufre al tomar una decisión. Y por su carácter débil aun estando en el camino hacia el cielo, se agita mucho dudando de su esperanza viva. Jesús compara a ese hombre con un agricultor que pone su mano en el arado y mira hacia atrás. Este agricultor nunca podría obtener lo bueno en su trabajo, porque el arado produce surcos zigzagueantes. El camino de los discípulos es el de la obediencia. La vida cristiana consiste en mirar hacia adelante. No debemos quedarnos estancados atados a nuestros deseos terrenales porque de esta manera no llevamos frutos. Debemos tomar una decisión de fe para avanzar hacia adelante. Habitualmente cuando vamos en el auto hacia la iglesia tomamos la autopista. Pero ¿qué pasaría si el conductor, Omar, empieza a girar la cabeza para mirar a los autos que van quedando atrás? Ocasionaría un desastre. Lo mismo pasa en la vida de un cristiano indeciso, tibio o apegado al pasado.

Quien pone la mano en el arado no puede distraerse, mucho menos mirar atrás. Del mismo modo el discípulo de Cristo, una vez que decide seguirle no puede dejar que las relaciones humanas lo distraigan, y lo saquen de su trabajo para el Señor. Muchos cristianos sirven al Señor solo cuando no tienen compromisos con los demás, apenas surge la posibilidad de hacer un plan con su familia, o con sus amigos, deja de lado su compromiso con Dios. Esto es pretender poner la mano en el arado y mirar hacia atrás.

Pero no solo mirar atrás es poner primero el compromiso con mi entorno antes que a Jesús. A veces seguimos con la mano en el arado, decidimos servir al Señor diciendo a nuestra familia o amigos que estamos comprometidos con él, pero nuestro corazón se lamenta demasiado tener que hacerlo, y mis pensamientos se detienen en aquellas personas a las que le hemos dicho NO. Con el cuerpo estamos donde tenemos que estar, pero nuestro corazón está con aquellos a quienes anhelamos. Sería como cuando nos invitan a un cumpleaños y decimos que no porque tenemos que ir al culto, pero durante el culto pensamos en quiénes fueron y si se estarán divirtiendo, sin prestar atención a lo importante.

No se puede poner la mano en el arado y mirar hacia atrás. Estamos en la guerra, bueno tenemos que luchar. Puedo terminar herido o incluso muerto, pero no puedo abandonar. Me acomodo la armadura, me concentro y batallo hasta llegar al final. Sea hasta que el Señor regrese o yo me vaya con él, pero no hay vuelta atrás. Esto no significa que vamos de manera mecánica o que Jesús me obliga y me pone una pistola para que no mire para atrás. En realidad cuando Jesús llega a nuestra vida él va transformando nuestros corazones y nace en nosotros un deseo sincero de seguirle. Amamos a Dios y queremos servirle.

Debemos estar fuertes, listos para enfrentar la batalla y no dudando de si haber dejado atrás algún apego humano fue lo correcto. Nada vale más que Cristo que está ahí adelante. El amor que él puso en nosotros es el motor que nos impulsa a seguirlo y no mirar atrás. Nada de lo que dejo atrás vale más que Jesús. Y él es quien pone el gozo en nosotros por hacer su voluntad. Somos bienaventurados, grandemente bendecidos, por haber sido llamados a seguir y servir a Dios.

En conclusión, Jesús hoy nos está llamando a un propósito celestial, más valioso que trabajar para adquirir un lugar confortable para vivir, más urgente que cualquier compromiso que tengamos en nuestra agenda, más importante que todo lazo familiar o social. Es un llamado a seguir sus pasos como verdaderos discípulos suyos. Él nos dice: Sígueme. ¿Qué vas a decirle?

El Espíritu Santo, que nos hizo renacer para tener una nueva esperanza, y vivir por fe obedeciendo, nos dé la convicción y la valentía para vivir como discípulo de Cristo, siguiendo sus pasos, hasta que lleguemos a su presencia en las eternas moradas celestiales.

Unidos en la Esperanza-Noche 1 Conferencia 2023

febrero 8th, 2023 Posted by Otros Mensajes 0 thoughts on “Unidos en la Esperanza-Noche 1 Conferencia 2023”

Unidos en la Esperanza

Efesios 4 ;1-6

Antes de entrar en el tema de hoy, voy a explicar un poco acerca de esta iglesia de Éfeso. La ciudad Éfeso estaba ubicada en la costa occidental de Asia Menor (actualmente, Turquía). Esta ciudad era el centro cultural y comercial de esa región, y era famosa y rica por el templo de la diosa Diana (Artemisa), el cual era una de las Siete Maravillas del Mundo. La ciudad estaba llena de idolatría, supersticiones. Muchos practicaban la magia. Era una ciudad corrupta moralmente y espiritualmente. Según Hechos capitulo 18-19. Pablo, en su tercer viaje misionero fue a Éfeso, se quedó  allí por un espacio de unos 3años predicando el evangelio de Cristo a judíos y a gentiles. Especialmente en la escuela de un llamado Tiranno, apartando a los que le seguían, les enseñaba la palabra de Dios todos los días, así había hecho muchos discípulos de Jesús. Pero también había grandes persecuciones, así que Pablo debía salir de Efeso, y nunca más pudo ver a ellos. Terminado el 3° viaje,  volvió a Jerusalén, allí fue arrastrado  por los judíos y luego fue llevado a Roma. En la cárcel de Roma, Pablo escribió 4 cartas  a las iglesias.  Efesios es una de ellas.

 

  1. Andeís como es digno de la vocación

El capitulo 4:1 dice:  Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.

 

Pablo dijo, Yo pues, preso en el Señor, os ruego….Aquí podemos imaginar en el corazón de Pablo, que estaba encarcelado siendo pastor de ellos, cuánto deseo habría tenido  para ir a verlos y exhortarlos cara a cara. Aunque estuvo en la cárcel, no se quejaba, ni se desanimaba, sino que animaba a los creyentes  considerando las tribulaciones como la gloria.  Efe 3:13  por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros,  las cuales son vuestra gloria.

Aun en la cárcel, él no dejó su ministerio como apóstol, hizo todo lo posible orando sin cesar por las ovejas, y mandándoles las cartas, para confirmarlos en la fe. ¿Pueden imaginar el peso que tiene esta carta que fue como su testamento?  Así que con toda atención, escuchemos la exhortación del apóstol Pablo.

 

Yo pues: La conjunción “Pues” nos hace entender que lo que Pablo iba a decir  desde ahora sería una conclusión de lo que se había dicho antes. Es decir que el capitulo 4, está  muy relacionado con los capítulos anteriores. Él pasó tres capítulos anteriores explicando con glorioso detalle que Dios hizo por nosotros, gratuitamente por Su gracia.

 

Y ahora Pablo les ruega diciendo:

4:1  yo, pues preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados.

Debemos prestar atención a la frase “fuisteis llamados”. Pablo no les rogó a los efesios que vivieran dignamente para llegar a ser salvo, sino que ellos ya fueron salvos por la gracia, por tanto, que vivieran dignamente como hijos de Dios.

Porque el que no conoce el amor redentor de Dios, nunca puede vivir una vida digna como hijos de Dios.

Por esta razón, Pablo les habló elocuentemente de la obra redentora de Dios en tres capítulos anteriores. Si somos salvos por la gracia, debemos andar como es digno de la vocación que fuimos llamados.

 

  1. Solícitos en guardar la unidad

Entonces, ¿cómo podemos llevar una vida digna?

Leamos v. 2-3

Efe 4:2  con toda humildad y mansedumbre,  soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

Efe 4:3  solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

 

“solícitos en guardar la unidad del Espíritu” Pablo no les dijo que anduvieran solícitos en formar unidad, sino en guardarla. ¿Qué quiere decir esto? Dios nos ha hecho una iglesia, el cuerpo de Cristo. la unidad ya tenemos. Así que ya no necesitamos formar unidad, sino que necesitamos guardar esta unidad que Jesús ha hecho entre nosotros.

 

El cap.17 de Juan, es llamado “la oración sacerdotal de Jesús”. Antes de morir Jesús, oraba intensamente por sus discípulos para que fueran uno.

Jua 17:11  Y ya no estoy en el mundo;  mas éstos están en el mundo,  y yo voy a ti.  Padre santo,  a los que me has dado,  guárdalos en tu nombre,  para que sean uno,  así como nosotros.

Jua 17:21  para que todos sean uno;  como tú,  oh Padre,  en mí,  y yo en ti,  que también ellos sean uno en nosotros;  para que el mundo crea que tú me enviaste.

ua 17:22  La gloria que me diste,  yo les he dado,  para que sean uno,  así como nosotros somos uno.

Nuestro Señor, pasó su último tiempo en la tierra orando repetidamente por sus discípulos para que fueran uno.

 

Aquí podemos saber qué tan importante la unidad de la iglesia.

La unidad de la iglesia es el anhelo profundo y el propósito de la salvación del Dios para con nosotros. Porque la unidad es la forma de ser de Dios Trino. El principio del matrimonio también es que el esposo y la esposa llegan a ser uno. En el mundo no hay unidad, sino uniformidad. Satanás no quiere la unidad, sino la división. Pero, Jesús  oraba para que sus discípulos fueran uno, y murió para hacerlos uno.

Efe 2:13  Pero ahora en Cristo Jesús,  vosotros que en otro tiempo estabais lejos,  habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.

Efe 2:14  Porque él es nuestra paz,  que de ambos pueblos hizo uno,  derribando la pared intermedia de separación,

Efe 2:15  aboliendo en su carne las enemistades,  la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas,  para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre,  haciendo la paz,

Efe 2:16  y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo,  matando en ella las enemistades. Jesús que oraba por la unidad de la iglesia, por su muerte los hizo ser uno en Él.

 

La iglesia de Éfeso, como toda iglesia local, estaba compuesta de todo, hombres y mujeres, libres y esclavos, judíos y gentiles, sabios y indoctos, ricos y pobres, adultos y niños etc. Sin embargo, a pesar de las diferencias que había entre ellos, Pablo les rogaba que anduvieran solícitos en guardar la unidad.

Para guardar la unidad,

en primero lugar, debemos reconocer la verdad que ya somos uno en Cristo, aunque haya mucha diferencia entre nosotros. Todos somos uno en Cristo. Él nos unió con su sangre en la cruz. Si estamos conscientes del precio que él pagó para la unidad de su iglesia, podemos andar solícitos en guardar la unidad a toda costa. La iglesia es el cuerpo de Cristo, el único, y tú y yo, todos nosotros somos miembros de ese cuerpo.

La diferencia entre uno y otro suele provocar los conflictos en la iglesia. La diferencia que hay entre nosotros, es algo muy natural. Porque Dios nos creó a cada uno muy particular. Los ojos son miembros muy importantes, pero imagina una cara llena de solo los ojos. Es un monstro, no es un hombre normal. Por los tanto, las diferencias que hay entre nosotros no deben ser los obstáculos  de la unidad de la iglesia.

Rom 12:4  Porque de la manera que en un cuerpo tenemos muchos miembros,  pero no todos los miembros tienen la misma función,

Rom 12:5  así nosotros,  siendo muchos,  somos un cuerpo en Cristo,  y todos miembros los unos de los otros.

Efe 4:16  de quien todo el cuerpo,  bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente,  según la actividad propia de cada miembro,  recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

 

En segundo lugar, para guardar la unidad, debemos tener humildad, mansedumbre, paciencia.

Efe 4:2  con toda humildad y mansedumbre,  soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor,

El hombre caído y pecador es orgulloso, rebelde, e impaciente  por naturaleza. Desde niño hasta grandes sin excepción. La noticia del mundo nos revela muy bien de eso. En conclusión, con nuestra naturaleza humana y pecadora es imposible guardar la unidad del Espíritu. Por lo tanto, para guardar la unidad debemos  revertirnos del carácter del Señor. Porque la humidad, mansedumbre y la paciencia en amor son la naturaleza de Dios, de su Hijo Jesús.

Mat 11:29  Llevad mi yugo sobre vosotros,  y aprended de mí,  que soy manso y humilde de corazón;  y hallaréis descanso para vuestras almas;

Jesús en la última cena con sus discípulos, siendo el Señor, ceñido su lomo con toalla,  agachándose, empezó a lavar los pies sucios de sus discípulos. Él no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos (Mr 10:45).

Fil 2: Flp 2:5  Haya,  pues,  en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,

Flp 2:6  el cual,  siendo en forma de Dios,  no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,

Flp 2:7  sino que se despojó a sí mismo,  tomando forma de siervo,  hecho semejante a los hombres;

Flp 2:8  y estando en la condición de hombre,  se humilló a sí mismo,  haciéndose obediente hasta la muerte,  y muerte de cruz.

Cuánto más conocemos a este Jesús, seremos más semejante a él, más humildes como él. La humildad es reconocerse a sí mismo como polvo y ceniza ante Dios, y agacharse y servir a los otros, no insistir en defender sus propios derechos. Gál 6:3  Porque el que se cree ser algo,  no siendo nada,  a sí mismo se engaña. Pablo, antes de conocer a Jesús, era un hombre orgulloso y se consideraba como alguien más adelantado, más celoso por Dios, pero, después de encontrar a Jesús resucitado, su vida cambió, se consideró a sí mismo como a un abortivo a lado de los apóstoles (1Cor 15:8), más tarde, dijo que era  más insignificante de todos  los santos (Ef 3:8), y más tarde, dijo que era el primero entre los pecadores (1Ti 1:15). En su carta, se manifiesta su humildad. Él  no está ordenando con autoridad pastoral, o apostólica, sino con toda humildad, esta rogando a sus ovejas, que anduvieran solícitos en guardar la unidad de la iglesia.

La mansedumbre se refiera al carácter de un caballo salvaje bien domado. El hombre manso, no es un hombre débil de carácter, inseguro, sino es un hombre fuerte pero, tiene carácter controlado por Dios. Cada uno de nosotros tenemos su propio carácter, aun los niños lo tienen desde nacimiento. En Jesús podemos ver la mansedumbre.

Isa 53:7  Angustiado él,  y afligido,  no abrió su boca;  como cordero fue llevado al matadero;  y como oveja delante de sus trasquiladores,  enmudeció,  y no abrió su boca.

El manso no paga la misma moneda que recibió. No devuelva mal por mal. Al que maldice, bendice, sabiendo que la venganza es de Dios. Moisés era un hombre manso.

Núm 12:3  Y aquel varón Moisés era muy manso,  más que todos los hombres que había sobre la tierra. Él también tenía un carácter fuerte, fue un hombre impulsivo, tanto que en una ocasión mató a un hombre egipcio y lo escondió en la arena (Exo 2:12). Sin embargo, por la disciplina de Dios, fue hombre manso, más que todos los hombres sobre la tierra. Así que si andamos cada día con el Señor, recibimos su disciplina con corazón abierto, seremos mansos cada vez más.

La paciencia . “soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor”

La paciencia también es uno de los caracteres de Dios. Paciencia es, la capacidad de esperar con tranquilidad y  la acción de permitir, cargar o soportar. Nuestro Dios es paciente, Rom 2:4  ¿O menosprecias las riquezas de su benignidad,  paciencia y longanimidad,  ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? Sal 86:15  Mas tú,  Señor,  Dios misericordioso y clemente,

 Lento para la ira,  y grande en misericordia y verdad,

Un ladrón que fue colgado en la cruz, al lado de Jesús, se arrepintió antes de expirar y fue salvo. Dios tuvo paciencia con él hasta su muerte. Por su paciencia fuimos salvos. A cada uno de nosotros esperaba durante incluso ahora, está esperando con toda paciencia nuestra madurez espiritual.

2Pe 3:9  El Señor no retarda su promesa,  según algunos la tienen por tardanza,  sino que es paciente para con nosotros,  no queriendo que ninguno perezca,  sino que todos procedan al arrepentimiento. Nosotros que somos impacientes por naturaleza caída, podemos ser pacientes solo cuando aprendemos la Paciencia de Dios.

El que conoce la paciencia de Dios para con él mismo, puede tener la paciencia con los otros. Andar con toda humildad y mansedumbre y con paciencia puede resumir en una palabra, “andar en el amor”. El amor cubre multitud de pecado. Todos nosotros necesitamos la paciencia de otros, ser pacientes con los otros.

Pablo del versículo 4-6 habla de la razón por la cual, debemos guardar la unidad

4:4  un cuerpo,  y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación;

Efe 4:5  un Señor,  una fe,  un bautismo,

Efe 4:6  un Dios y Padre de todos,  el cual es sobre todos,  y por todos,  y en todos.

En estos versículos, Pablo repite 7 veces, el articulo indefinido para recalca la unidad de la iglesia. Somos diferentes en varios aspectos, pero siendo hijos de Dios, tenemos muchos factores comunes, lo cual puede sostenernos unidos. Fuimos también llamados en una misma esperanza de nuestra vocación. Esta misma esperanza  en el reino de Dios nos une y nos guarda en la unidad. En conclusión, Jesús con su sangre nos hizo uno en Él. Para andar solícitos en guardar la unidad, debemos revestirnos con los caracteres de nuestro Señor Jesús, la humildad, mansedumbre, y la paciencia en amor.  Y debemos recordar siempre que somos un cuerpo, y fuimos llamados en una misma esperanza.  Estemos unidos en Esperanza.

El camino de la Esperanza-Lectura II Conferencia 2023

febrero 8th, 2023 Posted by Otros Mensajes 0 thoughts on “El camino de la Esperanza-Lectura II Conferencia 2023”

El camino de la Esperanza

 

Hebreos 11:8-19

 

Ayer escuchamos dos mensajes muy lindos. Los que esperan a Dios, y nacimiento de la esperanza.

Hoy vamos a hablar sobre el camino de la esperanza.

Para enseñar esto, Dios eligió como ejemplo, el peregrinaje de fe de Abraham. Este tipo de vida relaciona muy bien la fe con la esperanza. La esperanza viene de esperar, y como bien explicó Nahuel, tiene tres significados, ¿se acuerdan?,

 

esperar, paciencia y confianza. Estas características están presentes en el camino de la esperanza.

 

Recordemos ahora qué es la fe. El autor de Hebreos la explica así: “Es, pues la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”,

 

Dice claramente: “certeza de lo que se espera”, es estar seguro de lo que esperamos. Alguna vez escuchamos una frase que dice: “a seguro se lo llevaron…………. preso”, queriendo decir que no hay nada seguro, salvo una sola cosa, que es la muerte.

 

Por lo tanto, según este criterio , no hay esperanza más allá de la muerte. Pero para los que creen en Jesús, todo cambia, porque hay una esperanza que Dios ya preparó para nosotros. Y de esta esperanza le habló a Abraham hace unos 3500 años aprox, y nos habla a nosotros ahora también.

 

Abraham oyó la promesa de Dios, y le creyó. Dios le prometió lo siguiente: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.  Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

¿Quién puede imaginar semejante promesa?, suena casi como algo imposible de cumplir si se ve con un prisma racional. Porque recordemos que Abraham fue llamado por la gracia de Dios.  No tenía ningún mérito especial. Muy al contrario, como bien cita Josué…él y su familia. eran idólatras, y servían a dioses ajenos. Además su esposa Sara era estéril. Tenía todo en contra.

Claramente Dios no llamó a un hijo suyo, pero por su insondable gracia, puso sus ojos en alguien como Abraham, que estaba perdido en medio de tantos dioses falsos. Así también Dios nos llamó a nosotros, y tuvo compasión de nuestra vida,  por eso nos ofrece su esperanza.

 

Si analizamos la promesa, habla de una vida llena de bendiciones, pero que ligeramente se puede interpretar como  una vida sin ninguna necesidad ni problemas, sino más bien, una vida con mucha prosperidad.

Pero lo cierto es que no fue así. Abraham pasó por muchísimas pruebas.

 

El v8 dice:Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba.

 

Ahora vamos a ver algunos de los momentos por los que pasó Abraham en el camino de la esperanza.

 

Ya desde el comienzo, apenas dejó su tierra, Abraham se topó con el primer problema. 

Se enfrentó con el hambre, porque era grande el hambre en Canaán. ¿alguno de nosotros pasó hambre alguna vez?. Esto no era saltearse una comida, o peor aún, no comer por uno, o dos días. Era mucho más grave, porque el panorama era desolador. ¡Qué manera de empezar el peregrinaje!, nadie ni siquiera lo hubiera imaginado, después de escuchar semejante promesa llena de bendiciones. Porque este detalle, o letra chica,(dirían los abogados), no estaba aclarado explícitamente en la promesa.

Abraham, encima, no iba solo, era líder de una caravana numerosa. Seguramente el ambiente no era el mejor, quizás muchos se cuestionaron si hicieron bien en seguirlo. Por un instante, tratemos de ponernos en esa situación. ¿tienen hambre ahora?, ¿están esperando el almuerzo?

 

¿Qué pasaría, si les digo que por un error de cálculo, acá en la conferencia, se compró comida sólo para un día?, y entonces debemos racionar, y comer sólo una vez al día,  ¿Cómo reaccionarías vos?, ¿aceptarías con corazón humilde o con corazón quejoso?, ¿el ambiente sería el mismo?. Si aún fuera así, no sería ni comparable con el gran hambre que tuvo que enfrentar Abraham.

 

Pese a todo, Abraham no volvió atrás. No dejó de creer en la promesa, pero tampoco le preguntó a Dios para saber qué hacer, y decidió ir a Egipto. Pero ahí surgió otra dificultad aún más grave. De sufrir hambre, pasó a casi perder a su amada Sara.

Ella era muy hermosa, y si los egipcios supieran que era su esposa, matarían a Abraham para quedarse con ella. Tuvo miedo, entonces acordaron decir que sólo eran hermanos. Igual la tomaron.  ¡qué problemas trae una mujer hermosa!(broma)…

Pero Dios, por su fidelidad, intervino y liberó a Sara, y además Dios les dio muchos animales, siervos y  criadas al salir de Egipto.

 

Así, Abraham comenzaba a conocer más a Dios, a través de situaciones extremas donde todo parecía no tener solución. Nosotros también nos equivocamos al no consultar a Dios, y hacemos a nuestra manera.

Dios no quita la falsa esperanza que ofrece el mundo. Estas esperanzas parecen darnos la solución más rápida y fácil.

Más por su gracia, Dios nos ofrece lo mejor, sólo debemos creer. Pero no es automático, ni rápido. Se cometen muchos errores por inmadurez, por conocer muy poco a Dios, a pesar de creer en su promesa. Los “Egiptos” son atajos que traen consecuencias negativas. Preguntémonos, ¿cuál es nuestro Egipto?,  ¿dónde buscamos refugio?,  ¿en el dios dinero, bienes, etc.?

 

Volviendo al peregrinaje, al salir de Egipto, Dios permitió prosperidad y Abraham llegó a ser  riquísimo. También Lot era rico, y la tierra no alcanzaba para ambos.

Ésta era otra prueba muy difícil para Abraham. De pasar hambre, pasó a ser muy rico. ¿alguno de ustedes es rico?, ¿o quiere ser rico?. Lamentablemente, si no se tienen los ojos puestos en la esperanza de Dios, estas situaciones extremas llevan a la perdición.

 

 

Abraham podría haber elegido la mejor tierra, pero no lo hizo, dejó que Lot  escogiera  primero y así  vivir separadamente. Aprendió a ceder, porque confiaba en Dios. Recordó que haber elegido al próspero Egipto no fue lo mejor.

Abraham, como dijimos, llegó a tener muchos recursos económicos. Pero sabía que era Dios quien lo había prosperado. Por eso no se aferró a bienes de esta tierra. Sino que seguía poniendo sus ojos en la ciudad celestial. Podría haber comprado tierras para asentarse definitivamente en la sombra de la tierra prometida, Canaán. Pero no lo hizo, vivió viajando en tiendas, como dice el v9 Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa.

 

Esa forma de vida significa hacer tesoros en el reino de los cielos,  como dijo el Señor Jesús. En cuanto a nosotros, sabemos que vivimos en este mundo, pero no le pertenecemos. La ciudadanía nuestra ya no es más argentina, peruana, coreana, etc, ahora, por creer en la única esperanza, adquirimos el pasaporte celestial. Por tanto, debemos vivir como extranjeros y peregrinos en esta tierra.

¿Cuál es la característica de un extranjero?, por ejemplo, es notorio al escucharlo hablar otro idioma o con otro acento, en sus costumbres, en sus comidas, etc. El extranjero que quiere vivir como tal, no quiere adquirir las costumbres del lugar donde temporalmente mora. En cuanto a nosotros, cuando la gente nos observa, ¿nos ve como extranjeros?, ¿nota algo distinto en nosotros?, o somos parecidos a los de este mundo. ¿Hablamos igual, decimos malas palabras, somos chismosos,  escuchamos la misma música, nos acomodamos a las distintas modas, etc?.

 

Recordemos el v10 : porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.

Los fundamentos son el nacimiento de la esperanza, como escuchamos ayer. Esta ciudad, esta casa, o esta iglesia, ya está construída y diseñada por Dios. El único requisito para poder entrar, para poder habitarla, es tener la llave de la fe, creyendo en la esperanza firme y verdadera. Muy al contrario, en el mundo mucha gente pone su esperanza en proyectos inmobiliarios de venta en pozo, donde prometen hermosas casas, y al final, no cumplen con lo prometido.

 

Pasaron muchos años  Y nació Ismael, que trajo muchos problemas.

Y ahora sí, llega el momento más esperado.

Nació el hijo de la promesa, Isaac. Y era Abraham de 100 años. Él creyó en esperanza contra esperanza, y no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto, o la esterilidad de Sara.

Después de algunos años, Dios ordena a Abraham que sacrifique a Isaac

Abraham creía que Dios  proveería el cordero para el holocausto.

Además, pensaba que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos. Al final, Dios proveyó un carnero. Abraham aprendió a confiar en Dios a través de todo lo que le había sucedido antes. Sabía que el socorro y la solución siempre vienen de Dios.  

Llegó a amar más al dador de la promesa, a Dios, más que a lo prometido, a Isaac. Dios estuvo guiando a Abraham en el horno de las pruebas a lo largo de muchos años. Por eso es importante el camino de la esperanza. Porque después de nacer de nuevo, lo natural y necesario es pasar mucho tiempo con Dios, mientras vivimos acá. Sólo así podremos llegar a conocer con más claridad su voluntad.

Nosotros tenemos algo en común con Abraham. Tenemos la misma fe y vivimos entre dos esperanzas. Debemos creer en esperanza contra esperanza. Mientras corremos la carrera de la fe, se presenta este dilema. ¿En qué esperanza estamos creyendo?. La esperanza que sólo puede ser vista, la de este mundo, es vana y efímera. Mientras que la esperanza en Dios, es única y confiable, porque Dios cumple todo lo prometido.

Para concluir, leo una vez más el versículo clave:  Conforme a la fe murieron todos éstos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra.

 

Ellos nos miraron de lejos a nosotros, porque en algún sentido, somos más privilegiados que Abraham, porque ya tenemos la oportunidad de entrar en esta esperanza única, a partir de ahora. El reino celestial comienza acá, y continúa en el cielo, si creemos y permitimos que Jesucristo sea nuestro rey, que gobierne y guie nuestras vidas. Aprovechemos estos días que preparó Dios acá en Betel para meditar en todo esto y desearlo de todo corazón.

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Mensaje dominical - LA ASCENSIÓN
Hechos 1:9-14
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“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” 🤗❤️🤗
Mateo 28: 19-20
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